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Sexo, mentiras y feminismo

Capítulo Primero: Narcisismo Feminista y Poder Político

Autor de la obra original: Peter Zohrab

Traducción al castellano por: Gustavo Revilla Olave

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2002 Version

En su artículo, “las mujeres tienen la culpa” Matthias Matussek se refiere a las mujeres modernas “conversando excitadamente sobre programas de auto elevación femenina.” 1 Él se pregunta “¿Porqué permanecen constantemente frente al espejo de cuento de hadas de la pared, para reafirmarse a si mismas en que son las más bellas, las más inteligentes, las más valientes?” El sugiere que su “gesticulación narcisista delante del espejo, tan tonta como resulta, es parte del rol de conducta predefinido para la “mujer moderna” algo de lo que ella es casi incapaz de escaparse.” (Traductor: W.Schneider, www.pappa.com/emanzi/mm_fault.htm)

También cita el sentimiento popular ampliamente extendido de que “las mujeres están en ascenso, los hombres en descenso.” Estas dos características de las modernas sociedades occidentales-el narcisismo de las mujeres y su ascenso, comparadas con los hombres- están íntimamente conectados. Para comprender estos fenómenos, necesitamos analizar los avances tanto en el pensamiento político como en el social desde la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los principales resultados de la Segunda Guerra Mundial ha sido que las políticas conservadoras y del ala derecha quedaron desacreditadas por la derrota de sus partidarios más extremistas (los Fascistas y los Nazis). Cualquier política implementada por Hitler, Mussolini, los Nazis o los Fascistas (incluso las medidas moderadamente conservadoras) es vulnerable al ataque por su asociación con los “Chicos Malos”. En resumen, ¡Alemania fue probablemente afortunada de que las autobahns no fuesen completamente soterradas con este pretexto después de la Segunda Guerra Mundial! La dicotomía izquierda/derecha es en cierta medida artificial, por supuesto, y el Nazismo fue hasta cierto punto una ideología Socialista. A pesar de todo, la cultura popular clasifica al Nazismo en la derecha y al Socialismo en la Izquierda.

En respuesta, nuestros gurús (Hollywood, sumándole los profesores universitarios y los periodistas) inundaron la segunda parte del siglo XX con las “lecciones” que creían debíamos aprender de la Segunda Guerra Mundial. Aparentemente, creían que la lección principal es que, por definición, cualquiera que está “oprimido” es bueno, mientras que los “opresores” son los malos. Mi opinión no es que este precepto esté equivocado, pero debe remarcarse que en virtud de esta conexión con las atrocidades Nazis, se ha convertido en la piedra angular moral de la sociedad occidental. Es tan dominante que siendo occidentales necesitaríamos aprender árabe o un lenguaje asiático y marcharnos a vivir a determinados lugares del Asía musulmana o no musulmana antes de que pudiésemos siquiera concebir cómo es posible pensar sobre Hitler sin los matices morales que se han convertido en una segunda naturaleza para los occidentales. Hitler y sus acciones se han convertido en sinónimos de la maldad extrema, y son utilizados con frecuencia por los movimientos políticos como puntos de referencia con los cuales comparar algo malvado que estén atacando.

¿Cómo puede suceder esto? Por cómo nos hace ver a las víctimas (tanto las reales como las supuestas)

 

Ventajas de la clase víctima.

Generaciones de académicos y periodistas nos han dicho que las mujeres son líderes entre las víctimas de la opresión, y que los hombres son sus opresores. Según el paradigma posterior a la Segunda Guerra Mundial, esto trasforma a todas las mujeres en “buenas” y a todos los hombres en “malos”. Esta historia contada largo y alto ha producido prácticamente un culto de la opresión, y se ha producido un barullo profano de varios sectores de nuestras sociedades intentando demostrar que son oprimidos, y por lo tanto buenos.

El ser clasificado como uno de los oprimidos proporciona toda clase de beneficios. En primer lugar, casi garantiza una cobertura favorable por parte de los medios, e incluso las mujeres normales pueden esperar ser tratadas como víctimas en situaciones en las que los hombres no lo serían.

A partir de ahí nace la investigación sobre la opresión de uno, los subsidios gubernamentales de diferentes tipos y posiblemente incluso un buen pellizco de las películas de Hollywood. (A pesar de un creciente conjunto de pruebas que demuestran que las mujeres perpetran tanta violencia doméstica como los hombres, por ejemplo, no pasa apenas un mes sin la presentación de una nueva película sobre cómo los maridos agreden a sus esposas, y el movimiento de los refugios para las mujeres maltratadas se ha convertido en un lucrativo negocio subvencionado por el Gobierno) Con todo esto, ¿quién no desearía ser uno de los oprimidos? O como mínimo ser considerado como tal.

Hoy en día el ver a las mujeres como víctimas es algo totalmente establecido, y vivimos en una cultura obsesionada con sus temas. La sociedad gira en torno a las mujeres y sus necesidades, con tantos grupos de interés especial feministas (SIGs)* solicitando cualquier cosa que piensen pueda beneficiar al conjunto de las mujeres, o a un sector concreto de la población femenina, mientras los temas de los hombres son en comparación prácticamente ignorados. Es tal el poder de las feministas que pocos políticos están dispuestos a oponérselas por temor a ser clasificados como “sexistas”.

Con los hombres y la sociedad tan obsesionados con los temas de las mujeres, es sencillamente natural para las mujeres-como el hijo único malcriado por padres sobre protectores- volverse cada vez más narcisistas y obsesivas consigo mismas. Si todo lo demás gira a tu alrededor tú también puedes girar alrededor de ti mismo. Sólo las más fuertes resisten. Hacer comentarios despreciativos sobre los hombres es frecuente en algunos círculos feministas- pero los hombres a duras penas pueden hacer comentarios despreciativos sobre las mujeres sin ser recriminados o intimidados hasta disculparse.

La autoestima de las mujeres se edifica constantemente por titulares exagerados (cualquier mujer capaz de destacar es una candidata al título de “Supermujer” en un alarde publicitario desproporcionado de los periodistas feministas.) Y esto, unido a la ausencia de críticas, significa que las mujeres pueden echarle la culpa a las fuerzas externas por todos sus problemas, y no necesitan nunca responsabilizarse de ellos.

* Nota del traductor: SIGs; Acrónimo directo del inglés surgido de la expresión special interest groups, es decir, grupos de interés especial. Se denominan de este modo a las asociaciones organizadas en defensa de un propósito común y que pretenden influir en los partidos políticos sin formar parte de ellos.

 

El narcisismo de las mujeres es en parte un resultado del poder de las mujeres (ver el capítulo 14). Pero también es una fuente de su poder. Desde que las mujeres están tan interesadas en sí mismas, tienen grandes oportunidades para descubrir “necesidades” (i.e. deseos) que la Sociedad (i.e. los hombres) debe satisfacer. El quejarse por todas estas nuevas necesidades insatisfechas crea más evidencias de su victimización por los hombres, lo cual refuerza su poder.

 

¿Quién tiene el poder?

En las dos facciones, la izquierda y la derecha, los filósofos, políticos e ideólogos utilizan frecuentemente un “hombre de paja” como modelo de las ideas de su oponente- un modelo distorsionado el cual resulta más fácil de atacar que la cuestión real. Del mismo modo, las feministas han usado un modelo del hombre de paja para representar el poder político, remarcando el poder de los políticos y los burócratas de alto nivel, para desviar la atención de los verdaderos bastiones de poder en las sociedades occidentales. Los tomadores de decisiones como los políticos tienen poder, pero este poder está drásticamente limitado por quienes controlan el flujo informativo, los estereotipos y las ideas de la cultura popular.

La gente auténticamente poderosa son los periodistas, los profesionales de Hollywood, los investigadores que controlan la información y los estereotipos, y a partir de ahí controlan las alternativas que los tomadores de decisiones consideran tienen disponibles. Joseph McCarthy intentó una vez limpiar Hollywood de simpatizantes comunistas. Falló, y nuestra solidaridad se supone está actualmente de parte de aquellos cuyas carreras dañó.

Sin embargo, sería ingenuo pensar que estaba equivocado en su análisis—a pesar de la dureza de sus métodos. Hollywood, los medios, y el sistema de control educativo controlan o por lo menos influyen poderosamente en qué políticas considera buenas, realistas o verosímiles el electorado. Yo tengo experiencia de primera mano de un flagrante adoctrinamiento izquierdista en el sector educativo, donde muchos profesionales piensan que basta con etiquetar a alguien o algo con “izquierda” para que ella/ello/él sean apropiados para la promoción- y etiquetar a algo o alguien como “derecha” es motivo suficiente para oprimir o censurar a ella/ello/él. En las universidades, ha sido moda durante un largo periodo para los izquierdistas el etiquetar a alguien o algo de “fascista” si estaba sólo ligeramente a la derecha de su posicionamiento en un determinado tema.

Me refiero concretamente a los trabajadores (e.g. periodistas) de estos campos- –no a los patrocinadores económicos, que la mayoría de las veces están demasiado interesados en ganar dinero como para preocuparse por influenciar los contenidos que elaboran sus trabajadores, en ciertas ocasiones, de tendencia izquierdista liberal.

Por ejemplo el diario conservador matutino de Wellington, (Nueva Zelanda) Dominion de vez en cuando editaba destacados artículos sobre el feminismo y las mujeres de la política francesa. Lo que llama la atención en este caso es lo irrelevante que esto resulta para la mayoría de los neozelandeses, que tienen un escasísimo interés en la política interior francesa. ¿Podría tratarse de un modo subliminal de disimular la propaganda feminista? El infame secuaz de Hitler, Goebbels, prefería utilizar analogías históricas más que la propaganda directa, con el propósito de camuflar su “arte”.

Paralelamente al grado de control que las feministas ejercen en los medios de comunicación se encuentran las dificultades de los hombres para encontrar editores de libros que traten los temas masculinos.

Internet promete liberarnos de está censura encubierta, pero los bibliotecarios y profesores están trabajando duro para prevenir esto y reclaman un control previo de la información de Internet. Artículos como “Testing the Surf: Criteria for Evaluating Internet Information Resources." (Alastair Smith, The Public Access Computer Systems Review 8, No. 3, 1997) (“Probando la navegación: Criterios para evaluar los recursos informativos de Internet.”) argumentan que debería enseñarse a la gente a evitar los sitios webs “tendenciosos” en favor de aquellos que tienen a la “autoridad” o a las “organizaciones acreditadas” como respaldo. De tal forma sucede que la categoría principal de websites son probablemente las que pertenecen a bibliotecas e instituciones educativas. El trabajo en las bibliotecas y la educación son ocupaciones ejercidas mayoritariamente por mujeres y estas instituciones enseñan típicamente el feminismo como un hecho e ignoran o minusvaloran los derechos de los hombres.

Tomemos como ejemplo a la popular periodista feminista y escritora, Susan Faludi. Según la autora de la página web Femjour,

“Faludi piensa que el trabajo de un periodista consiste en crear cambio social mediante la educación de la gente y el tomarse tiempo para investigar cosas. Un periodista necesita ser apasionado respecto a una causa, dice ella.” (www.dnai.com/~ljtaflin/FEMJOUR/faludi.html)

Los periodistas de izquierdas están frecuentemente “involucrados” o “comprometidos” en este sentido. Una vez leí un artículo de “noticias” en el semanario Guardian acerca de un nuevo o renacido partido del ala derecha en Austria (el Partido de la Libertad Austriaco) que deseaba limitar la inmigración. Este partido llegó a ser parte del Gobierno más tarde y uno de sus ministros, Mr. Haupf, fundó el primer departamento de hombres del mundo (en el ministerio de Seguridad Social y Generaciones). Como la emigración es un tema tan emotivo cuando afecta a los países de lengua germana, tuve que leer hasta la mitad del artículo antes de que pudiese encontrar ninguna indicación de las razones que esté partido daba para sus políticas- ¡La primera mitad era pura retórica acerca de todo lo peligroso que era este partido! ¡A pesar de todo el Guardian es considerado como uno de los periódicos de calidad de Inglaterra!

Cuando se fundó este departamento de hombres comencé a interesarme en si el Partido Austriaco por la Libertad era realmente un partido Neonazi, como los medios daban a entender. Hice una breve búsqueda en Internet, la cual corroboró mi impresión original de que la mayor parte de la oposición a este partido se basaba en la histeria y la retórica izquierdista, más que en los hechos.

Más tarde, asistí a una conferencia sobre la historia de Austria dada por un profesor retirado de alemán (el mismo era de origen austriaco), que también le denominaba como el partido “Neonazi” aunque tampoco dio ninguna prueba que justificara esta definición. Por eso le desafié a que me diese alguna prueba concreta de que era Neonazi, pero todo lo que fue capaz de decir fue que el líder original del partido, Mr. Harder, era “demasiado listo” como para decir nada que sonase específicamente Nazi, y que el había dirigido una reunión de antiguos soldados SS. Cabe destacar, que el también definía al político neozelandés, Winston Peters, como ¡“demasiado listo”! yo señalé que si los comunistas votaban por un partido de izquierdas, el no diría entonces que ¡el conjunto del partido era comunista! se negaba incluso a admitir la posibilidad de que el Partido Austriaco por la Libertad no fuera neonazi, pero al final admitió esta posibilidad.

Mencionó que estos antiguos soldados de las SS (suponiendo que realmente lo fueran) definían su voto para el Partido Austriaco por la Libertad como un voto por “la libertad”- y era muy desdeñoso a ese respecto. A pesar de todo, admitía que los dirigentes izquierdistas en Austria se habían vuelto muy corruptos, y no costaba demasiada imaginación el observar que los conservadores de las zonas austriacas más rurales tenían verdaderos motivos para considerar que un voto contra los izquierdistas dirigentes era asimilable a un voto para liberarse de la opresión. Yo me rebelo constantemente contra la actitud izquierdista (en la capital de Nueva Zelanda, donde vivo) de que, si no tienes los puntos de vista adecuados de la izquierda, ¡deberías marcharte a vivir a una ciudad de provincias! Esta predisposición se refleja también en el trato que recibo de parte de los burócratas de izquierdas. A menudo la arbitrariedad es tan grande que resulta increíble.

Desde la Segunda Guerra Mundial se ha desarrollado por completo una cultura de la histeria, para la que ciertos tópicos (por ejemplo, restringir la inmigración) son tabú, y cualquiera que aborde estos temas es considerado un racista o incluso un neonazi, demasiado listo como para decir de un modo abierto lo que él o ella piensa en realidad. Todos los países restringen la inmigración hasta un punto, y yo me arriesgaría a opinar que los países del tercer mundo, desde los que suelen llegar los emigrantes a los países occidentales, restringen la inmigración mucho más de lo que lo hacen los países occidentales, como bloque ¡Ningún país, sin duda, puede permitirse el abrir sus fronteras a cualquiera que desee entrar!

Cuando leo el semanario de izquierdas liberal británico Guardian, filtro las tendenciosidades. Uno de sus suscriptores, sin embargo, ¡me dijo que lo leía precisamente por sus arbitrariedades! Esta clase de personas es lo que en Inglaterra se conoce como un “lector del Guardian”; es decir, alguien con un conjunto de opiniones políticamente correctas bastante predecibles. Esta clase de gente, que se gradúa en masa en nuestros colegios y universidades de letras, proporciona un mercado bien dispuesto para que los periodistas de izquierdas comprometidos desarrollen su activismo político como parte de su actividad profesional.

En la década de los setenta, en Auckland, Nueva Zelanda, fracasé en mi intento de acceder a la escuela de periodismo mientras que una amiga marxista lo lograba. Me dijo que mi fallo había sido llevar un traje a la entrevista- los seleccionadores buscaban reclutar periodistas para su cruzada, no individuos del tipo conservador. Y estoy convencido de que dí la respuesta equivocada cuando los entrevistadores me preguntaron si deseaba “cambiar el mundo”. “¡Por supuesto que no!” dije. Como una consecuencia de su favoritismo dominante, Occidente está inundado por periodistas que han sido seleccionados para cursos o para trabajos en base a sus credenciales de izquierdas, y su determinación para evitar la objetividad a cualquier precio.

En 1997, hice una propuesta oral a un comité de la legislatura nacional, el cual estaba considerando algún borrador legal sobre un tema de la guerra de sexos. 2 El tema en concreto era la provisión de ayudas de la seguridad social a las personas (es decir, mujeres, en la mayor parte de los casos) que fuesen consideradas víctimas de una violencia doméstica en desarrollo. Iban a considerarse con derecho a recibir estos pagos incluso si sus parejas disponían de unos ingresos que normalmente les volvería inadecuados para recibir ayudas de la Seguridad Social.

Como representante de mi asociación, hice una demanda oral y escrita, centrada en la utilización del término acientífico “el síndrome de la mujer maltratada” en el preámbulo del proyecto de ley. Yo tenía algunos folletos para los medios y cuando vi a varias mujeres sentadas al fondo de la habitación de reuniones que estaban tomando notas, pregunté si estaba presente algún miembro de los medios de comunicación. Nadie respondió, a pesar de lo mucho que escribían.

Había dos exposiciones orales antes de la mía, y como mínimo otra después. A pesar de esto, al día siguiente apareció un artículo en el Dominion, el único periódico matutino de la ciudad, describiendo las actividades del comité como si sólo hubiese habido una exposición- la de una feminista. Presentaba lo que correspondía a un comunicado de prensa feminista; ningún comentario o crítica de ninguna clase. Obviamente, alguien incluido entre los dirigentes del periódico estaba decidido a presentar una sola cara de la historia –la feminista. El periódico es conocido por su línea editorial conservadora, pero esta línea obviamente no está implantada en todas las secciones del diario.

El esfuerzo combinado del movimiento de los padres y del de los hombres de Nueva Zelanda tuvo éxito a la hora de persuadir al comité para rechazar el concepto “del síndrome de la mujer maltratada”, pero la comisión de ley, mientras escribo esto, está intentando introducirlo en la ley neozelandesa con otro nombre. Considero el hecho de de hacer periodismo unilateral como típico de mi experiencia con los medios, a pesar de que la situación ha mejorado gradualmente debido a nuestra persistente oposición a su tendenciosidad.

Este proceso de lavado de cerebro de los medios de comunicación/Hollywood/la Universidad/ la industria de las editoriales, sin embargo, no tiene por qué continuar a perpetuidad. A pesar de sus mejores esfuerzos, la realidad puede aún atravesar este particular decorado de Hollywood. Tengo la esperanza de que ese día está al alcance de la mano y que este libro, junto con otros acontecimientos que suceden alrededor del mundo marcarán un punto de inflexión en este proceso.

La Unión Soviética y el Comecon ya no existen, China ha declarado que ser rico es glorioso, y se ha producido un masivo giro a la derecha en las políticas económicas occidentales. Los países del este y sureste asiático han ayudado a su vez, debilitando el estereotipo de que solamente los blancos pueden ser ricos (y por extensión “malos”) Los modelos del ala izquierda están rompiéndose por todo el mundo. El izquierdismo en los temas de política social no puede permanecer inalterado porque se trata de un estado mental mantenido por una coalición de víctimas. Si una parte se ve minada, todo el conjunto está minado.

No estoy atacando a la coalición de las víctimas aquí- sólo analizo su estructura de poder en relación con el feminismo, tal como lo definí en la introducción. La coalición de las víctimas y su ideología, corrección política, se han vuelto muy poderosas. No deseo su destrucción total, pero subrayo que atacar a uno de sus pilares – el feminismo- tiene la capacidad de debilitar el edificio entero.

 

Prólogo a la versión española

Prefacio a la Edición NZEP

Introducción: ¿Qué es el Feminismo?

Capítulo 1: Narcisismo Feminista y Poder Político.

Capítulo 2: Circuncisión contra elección

Capítulo 3: Violación: Conservando Tu Pastel a Pesar de Habértelo Comido

Capítulo 4: Mentiras sobre la violencia doméstica, un dilema sin salida para los hombres.

Capítulo 5: Falsas acusaciones y la mentira del abuso infantil

Capítulo 6: La Mentira del Sistema de Justicia Masculino

Capítulo 7: Temas laborales y la mentira de que “las mujeres pueden hacer cualquier cosa”

Capítulo 8: Las mentiras sobre la educación

Capítulo 9: Mentiras, malditas mentiras y estadísticas de las Naciones Unidas.

Capítulo 10: La mentira de la igualdad

Capítulo 11: El derecho a la elección y el aborto

Capítulo 12: El Lenguaje sexista: ¿Cree Satán que ella es varón?

Capítulo 13 : Educadoctrinamiento mediante el complejo de los medios de comunicación y la universidad

Capítulo 14: La Mentira de la representación masculina

Capítulo 15: Manifestaciones del feminismo

Notas

Referencias

FAQ

Webmaster

Peter Douglas Zohrab

Latest Update

20 June 2015

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